Afortunadamente, en suministros de electricidad no hay tarifas planas, por más que haya campañas publicitarias que así lo indiquen. Afortunadamente, digo, porque de existir supondrían un grave daño a cualquier medida de ahorro y eficiencia energética, con una gestión de la demanda que perdería todo el sentido.
En la actualidad, el precio de la energía, a pesar de los incrementos en los términos fijos de la facturación, es una parte importante del conjunto. Su producción puede tener un precio medio de 50 €/MWh en el mercado mayorista, que puede alcanzar entre 80 y 150 €/MWh en el punto de suministro.
Las denominadas "tarifas planas" en la publicidad pueden ser dos tipos de contratos (de adhesión) que pueden consistir en un precio de la energía constante o en una factura mensual (a cuenta) fija. En el primero de los casos, y al contrario de lo que ocurrirá con los precios voluntarios para el pequeño consumidor, el precio que se pacta para la energía es constante en el período de duración del contrato; pero no es una tarifa plana, la facturación aumenta con el consumo. En el segundo caso, el de facturación fija mensual, se trata de una facturación a cuenta que se debe regularizar al final del año o del tiempo estipulado en el contrato; pero tampoco es una tarifa plana.
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